La condición humana siempre se verá sumergida en la paranoia y el terror del fin de la existencia. Bueno, lo digo fácil por que me he visto inmerso en lo frito de Heidegger, del cual, hablaremos un poco de sus apotegmas (prepárese para volverse un frito).
Como ejemplo, ilustro con lo exaltante de la fiesta taurina y los principios de la vida y del ser un ser humano, per sé. Se nos adhiere un sentimiento de existencia a los múltiples sucesos biológicos que experimentamos cotidianamente (el mirar el sufrimiento del toro o su ira al mostrarse frente al altivo torero que lo reta; o al ver al público enardecido cuando el "matador" hace sus gracias o solemnes cuando el toro asesta y hiere mortalmente al taurogladiador), y estos nos hacen reaccionar de maneras distintas a la par. Eso es en sí la condición humana.
Todo esto es un enfrasque filosófico. El ser humano a menudo tiende a manejar la existencia y la condición humana dependiendo a la filosofía. Ya sea por parte de la religión, por la moral costumbrista o por el medio legal. Todo es sencillo si no caemos en seguida al método de la improbabilidad del no ser de Heidegger. Así que vamos paso a paso.
La parcialidad de filosofía teológica y de la dramaturgia le dan un significado a la condición humana dándole un peso simbólico al alma. El alma, en dado caso, es la sección rectora de lo que tácitamente he expresado en este post: el bien y el mal. No en sus significados fatídicos, sino en su composición filosófica.
Humanismo.
La condición humana enlazada al Humanismo, concentra la dignidad del ser humano en su existir social. El valor humano al ser un ente de capacidad intelectual, el cual gracias a la autonomía o al albedrío puede cambiar la calidad de su vida. Obviamente, quiero suponer que cada quién deriva la opinión acerca de la dignidad de la condición humana de un torero. Retomando: el ser humano es digno por que es libre. Como Kant podría loar con el término de ciudadanía. Aquí la doctrina católica juega un papel muy importante, puesto que la educación es un factor que forma y recrea la inteligencia y por ende, la toma de decisiones. Si se constriñe al catolicismo, el mayor bien reside en ser un humano digno que respeta y tiene derecho a ser respetado. Siempre y cuando, la Iglesia no tenga en nosotros un concepto un tanto hereje.
Transhumanismo.
Siguiendo esta línea, el humano ya no es del todo digno, puesto que en su condición misma ya no es suficiente o de fortaleza pertinente en la sociedad; no se ha modificado o no ha alcanzado su madurez total para dar el máximo funcionamiento. Se consideran ciertas actitudes o actos un tanto primitivos e irracionales. Se merecería toda una revolución científica y filosófica para adoptar en todos los humanos la condición que sea pertinente para lograr ser un H+ (un humano mejorado). Aunque de estos, se critique mucho sus teorías por evadir el envejecimiento o los sucesos biológicos que aquejan al ser humano por relevar lo moralmente concebido (Bill McKiben).
Desde épocas aristotélicas, la condición humana ha sido lindada por el sentido legislativo. La justicia social nos atañe a ser unos individuos de bien: no caer en el daño al tercero buscando el bien propio o en el caso de una justeza en vez de justicia. La justicia social enfatiza la igualdad entre los individuos, remarcando que todos tenemos el mismo ímpetu de libertad, de intelecto y de oportunidades en planos legales y de derecho, logrando artefactos del carácter político como lo es el Estado de Bienestar.
Llegando hasta este punto a Heidegger y a otros autores que nos ayudarán a perder la cabeza inmediatamente.
En la filosofía más compleja (sí, si la hay), la existencia humana estriñe una crítica técnica más específica. Aparte de la moral, de la libertad y la dignidad, se adhiere la autenticidad, vigencia y trascendencia.
Para Heidegger, la esencia del humano es la existencia. Llegando a eso, los demás seres ajenos al ser humano, no existen. Son, pero no existen. El humano es el único que está en la esfera del ser. La trascendencia es, para él, superación: "El hombre está siempre trascendiendo. A todo ente y a sí mismo". Va siempre más allá, pero el más allá del hombre no está fuera del mundo. El mundo es el límite de la existencia. El humano y su ser ontológico es lo que le da sentido al mundo. Los demás seres vivientes tienen entorno, el humano, mundo.
La libertad es la proyección de las posibilidades del hombre. Más estrictamente: la libertad es la posibilidad de la posibilidad. La libertad es el fundamento de todo fundamento y el abismo sin fundamento.
Ya llegados a este punto, podemos finalizar hablando con Sartre: la conciencia existencialista y las percepciones de la realidad da sentido a la condición humana; el contemplar al otro como humano o como ser, no como objeto. Siendo el ser humano el que se hace por sí mismo, por sus valores. Desafiando una idea entera de la existencia de un Dios, puesto que el humano tiene una radical libertad de ser. De concebir y de actuar: de creer.
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